Todo comenzó con una presentación de PREDIF en septiembre de 2017 con el título 'India Accesible'. Nada más ver de qué iba a tratar, estaba intrigada por saber más.
Resulta que la 'Sociedad Geográfica de las Indias' se ha puesto a organizar viajes personalizados también para “personas con otras capacidades”, como se les denomina a las personas con discapacidad en la India, un detalle que me ha llamado gratamente la atención.
El viaje presentado fue el 'Triángulo de Oro', o sea a Nueva Delhi, Agra y Jaipur, la capital de Rajastán. El vuelo es con Air India directo Madrid-Nueva Delhi.
Quedé en seguida prendida con las imágenes y las experiencias que en la presentación contaban Fran y María del viaje que habían hecho unos meses antes. “Para allá me voy yo también el año que viene…”, decidí sobre la marcha. Y dicho y hecho.
Acabo de regresar con la cabeza aún llena de las incontables impresiones nuevas, únicas e imborrables, recordando las caras sonrientes de las personas por la calle, soñando todavía con los colores tan vivos y alegres que se ven por todas partes, los saris, los tagetes naranjas, la fruta por la calle…. También vuelvo con una lección aprendida de cómo viven las personas y cómo se toman la vida, su admirable filosofía, sin duda influenciada por su gran fe y la creencia en la reencarnación de la religión hindú, pero también en general.
Aterrizaje pasado por agua
Nada más tomar tierra, fuera estaba diluviando, literalmente. Un aguacero del monzón, que este año iba con casi un mes de retraso. Una experiencia más pensamos… En la misma puerta del avión, ya nos estaba esperando un joven con un cartel en el que ponía mi nombre. Subieron en seguida de la bodega la silla y la handbike eléctrica, la silla estaba chorreando agua y un auxiliar de vuelo en seguida se puso a secarla. Los indios están muy dispuestos a ayudar y ese fue el primer ejemplo. Ya sabíamos que en el aeropuerto de Delhi no puede entrar nadie que no tenga billete o trabaje en el aeropuerto. Así que el joven empleado nos acompañó hasta la salida del aeropuerto donde ya nos estaban esperando Lalit, nuestro guía, y Gaurov, nuestro chófer, que formaban un equipo excelente, ambos muy amables, agradables y muy buenos profesionales.
Y ya partimos hacia el hotel, pasando por calles inundadas por la lluvia torrencial que había caído antes. Después de dejar el equipaje en el hotel y refrescarnos un poco, ya quedamos otra vez para empezar con la visita de NUEVA DELHI. Comenzamos con la tumba del emperador mogol Humayum y con un destacado ejemplo del arte islámico, el Qutab Minar, el minarete más alto del mundo con 72,5 m. Fue construido junto a la mezquita Quwwat, en el complejo de edificios de Qutab, un conjunto de ruinas de lo que fue la primera ciudad islámica en Delhi. Por supuesto hay mucho más que ver en Delhi, pero lo que nos gustó mucho, aparte de ver templos y monumentos, fue el paseo por el VIEJO DELHI en uno de los miles “tuc tucs”. El “concierto” de bocinas no para nunca, y se acercan los que vienen de al lado o de frente a una distancia que a nosotras nos ponía los pelos de punta, al final y en el último momento se aparta el que ve que no puede con el “más fuerte”…
Cumpliendo un sueño...
Continuamos viaje a AGRA y se cumplió un sueño para mí… Antes de entrar en el recinto ya pudimos echar el primer vistazo a la cúpula de Taj Mahal. Al otro lado del río Yamuna se encuentra el Mausoleo de Itimad-Ud-Daulah, el “Baby Taj”. Tanto en el Taj Mahal, como en el Baby Mahal, así como en otros palacios hindués nos llamaban mucho la atención los adornos en las fachadas, incrustaciones en el mármol de piedras semipreciosas oriundas de la propia India, unas auténticas maravillas artesanales.
Después fuimos al Fuerte Rojo, desde el cual el emperador y constructor del Taj Mahal, el mausoleo que había dedicado a su querida esposa, lo podía contemplar desde su cautiverio, impuesto por su hijo. Desde Agra, camino de Jaipur, paramos en el camino para ver la capital mogol abandonada, FATEHPUR SIKRI. Fue construida por el emperador mogol Akbar el Grande en la segunda mitad del siglo XVI y sólo fue habitada durante 17 años. Conserva aún su magnífica arquitectura mezcla de los estilos hindú e islámico.
Llegamos a JAIPUR, la capital del Estado de Rajastán, la ciudad del maharajá Jai Singh II, famosa por las piedras semipreciosas, llamada la “ciudad rosa”, construida en estuco rosado. En 1905 el príncipe de Gales Albert visitó Jaipur. Para darle una bienvenida correcta se decidió volver a pintar los edificios de la ciudad de color rosa. Jaipur lo asociaba yo desde siempre con el “Palacio de los Vientos”, el Hawa Majal, el edificio más emblemático de Jaipur. O sea, con un palacio propiamente dicho… ¡y cuál fue mi sorpresa! No lo es como tal. Formaba parte del Palacio de la Ciudad de Jaipur. Servía como extensión de la zenana, la parte de la casa para las mujeres destinada al harén. La función del edificio era la de permitir a las mujeres reales observar la vida cotidiana de las calles de la ciudad sin ser vistas a través de las celosías de sus 953 pequeñas ventanas. Lo más curioso es verlo desde más lejos y parece como si sólo fuera una fachada sin más y sus anexos. Jaipur es una ciudad sin duda muy digna de ser visitada. El City Palace con su museo de miniaturas, instrumentos musicales e impresionantes y laboriosísimos ropajes e imágenes de los maharajás.
También es impactante el Observatorio Astronómico Jantar Mantar, construido por el maharajá Jai Singh II en 1728, donde se ubica el reloj del sol más grande del mundo. ¡Hay tanto que ver en Jaipur! Como también el Templo Birla, construido por una de las familias más ricas de Jaipur. Nos sorprendió ver que en las columnas hay también imágenes de otras creencias y filosofías, como por ejemplo de Confucio. Pero también del cristianismo: Jesucristo y María y algunos santos. También visitamos el Fuerte de Narhargarh en la parte alta y algo más abajo el Fuerte de Amber, que son fortificaciones de inmensas dimensiones y con palacios en su interior.
Lamentablemente empezó a llover fuerte para el resto del día y desde el coche hicimos una vista “pasada por agua” al Palacio de Agua. Para nosotras fue una lástima que justo en Jaipur el tiempo no nos acompañara tanto y al final, ya no pudimos dar el paseo por los mercados y bazares de los tiempos de la Ruta de la Seda…
Gracias a Lalit y Gaurov, que hicieron que la estancia en la India resultara para nosotras, para mi hermana Margaret y para mí, una experiencia inolvidable.
Puedes ver más fotografías de esta experiencia en este enlace.