Ésta es la forma más sencilla de describir Palamós. El Mar está siempre presente en Palamós. Y no sólo el Mar físico, el geográfico, sino el Mar del alma, el Mar en toda su expresión. El Mar ha definido la personalidad del lugar y de sus habitantes; ha escrito su historia, ha dado sentido y vocación a los oficios, carácter a su cocina y color y forma a su paisaje.

Siempre se siente la presencia del Mar en Palamós. Un Mar que está siempre, todo el año. El Mar de los veranos cálidos, sobre playas impecables de arena fina que las olas han trabajado a lo largo de los años. El Mar que ha esculpido la roca para regalar playas y calas idílicas y escondidas, de color verde esmeralda, que ha moldeado la Costa para hacerla verdaderamente Brava. El Mar de primaveras suaves junto al agua que ha dado vida, nombre y color a la vegetación y la fauna de la zona. El Mar romántico del otoño que se deja teñir de rojo espectacular en las tardes que se van acortando. El Mar del invierno, de tramontana, de reunirse bajo el son de la habanera, canciones de marineros y pescadores alrededor del calor del reconfortante ron quemado.

Palamós tiene –siempre ha tenido y tendrá- el Mar como referente de su propia existencia como pueblo. La pesca, las barcas, las playas, los vientos, la gastronomía… todo en Palamós lleva el sello, el aroma y el color del Mar.

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